
Colombia, el país del realismo mágico
Llega el viento por el norte de Colombia y pone a girar los molinos eléctricos que Don Quijote vería como enormes caballeros andantes en el hipnótico paisaje de La Guajira. Después de jugar con las aspas, continua su camino por las playas de Cartagena y refresca a las mujeres que toman el sol, para luego colarse entre las grietas de las murallas donde una ciudadela antiquísima le habla de héroes de otro tiempo. La corriente de aire va hasta Medellín y compite en una carrera contra el metro. Derrotada, la brisa asciende la montaña, hace temblar las hojas de los cafetales, y llega muy fría a Bogotá, donde obliga a los pobladores a meter sus manos entre los bolsillos para buscar calor mientras ella se lanza al vacío desde un altísimo edificio.
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